Resulta que el centro de idiomas de la Universidad de Helsinki, tiene una actividad para los estudiantes de intercambio que consiste en una especie de intercambio cultural con un estudiante finlandés que habla el idioma nativo del extranjero y lo quiere practicar. El asunto consiste en realizar actividades a lo largo del semestre, mas o menos unas dos horas a la semana y hablar de lo que sea, intercambiar experiencias, datos, chistes, lo que sea, con el objetivo de practicar ambos idiomas, en mi caso español e inglés (una semana en español, la otra en inglés y así sucesivamente), porque aunque estuve en clases de finlandés, no tengo dominio del idioma como para querer practicarlo, aunque a veces hablabamos sobre cosas que iba aprendiendo en el curso.
Mi alice partner o tándem, como se conoce el compañero del curso, fue Marjo-Riitta, estudiante de sociología. Ahora recuerdo que se las mencioné cuando publiqué la entrada del Laskiainen porque fue ella quien me prestó el overol rojo para el evento de esa ocasión. Marjo-Riitta o Marjis para hacerlo más cortico y amigable, la verdad es que habla rebien español, aquí la gente tiene muchísima facilidad para aprender idiomas! Estuvo además de intercambio por un semestre en Murcia, España y allí practicó también bastante.
Fue una experiencia bien bonita compartir este semestre de reuniones con ella. Como les he comentado en otras ocasiones, es difícil acercarse a los finlandeses y este curso parte de lo que pretende es que uno tenga una pequeña ventana de integración con los estudiantes y la vida finlandesa. Nuestras actividades juntas fueron sobretodo visitas a museos y almuerzos.
La última visita que realizamos (aunque aún tendremos dos reuniones más pero ya extraoficiales) fue a la isla de Seurasaari, un museo al aire libre de la vida campestre finlandesa: casitas de madera, el mar báltico, patos, gansos, ardillas, mucho verde empezando a nacer, floresss! Dejamos esta actividad para el final justamente esperando la primavera y que se pueda ver todo menos monocromático que en invierno...
Esa isla me encantó, se siente un relax deliciosooo... El mar Báltico parece una piscina/alberca, un lago, es tan tranquilo que ni siquiera parece mar, no se sienten olas, es verde. Es una experiencia de mar completamente diferente a la de arena blanca y talcosa del Caribe, más que echarse a tomar el sol como lo hace uno en estas, también paradisíacas playas, se puede sentar uno en una formación rocosa a contemplar el paisaje desde lo alto, sentir el viento en la cara, respirar profundo un aire muy tranquilo, muy limpio y agradecerle a la vida por poder disfrutar de ese momento.
Un poquitico mas y toca bajarte de la poética nube donde te habías subido, jajaja.
ResponderEliminarNo, pero en serio, una prosa muy muy muy bonita.